En nuestro informe Lugares de memoria democrática para el fomento de una cultura de paz y la convivencia democrática ) (que se puede leer aquí) reivindicamos los lugares de memoria, su protección y su promoción como un elemento imprescindible para la construcción la convivencia pacífica. Las organizaciones de paz afirmamos que no puede haber paz sin memoria. Atendiendo a este deber de memoria, las instituciones, en los distintos niveles, tienen la responsabilidad y deben visibilizar la memoria democrática, recuperando, creando y poniendo a disposición de la ciudadanía lugares de memoria, que sean espacios de recuerdo y de transmisión de los valores democráticos.
Como afirma nuestra directora Ana Barrero en el informe, «los lugares de memoria recuerdan el pasado, pero también hablan del futuro. Ya que tienen una doble función, conmemorativa (de recuerdo) y pedagógica. Los lugares de memoria tienen un papel crucial para poder entender, analizar y resignificar el pasado, y propiciar el desarrollo de una ciudadanía capaz de intervenir en su presente y futuro».
Como señala la coautora Maider Maraña, «estos sitios han sido a menudo visibilizados e impulsados por supervivientes, víctimas, familiares y asociaciones que han demostrado la importancia de los lugares originales y simbólicos para la reparación de quienes sufrieron la vulneración de sus derechos humanos».
El informe incluye el análisis de muchos sitios de memoria de todo el territorio del Estado, como La Desbandá (Andalucía), el Pueblo Viejo de Belchite (Aragón), la Ruta al Exilio (en Catañuña, Navarra y sur de Francia), la Cárcel de Ventas (en Madrid), la Carretera de Igal a Vidángoz (en Navarra), el Museo de la Paz de Gernika (Euskadi)…
Este informe ha contado con el apoyo de la Secretaría de Estado de Memoria Democrática.
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