La Fundación Cultura de Paz se ha adherido al llamamiento de los Días de Acción Global para la Reducción del Gasto Militar (GDAMS) que reclama un presupuesto para las políticas de paz. Como se señala en el llamamiento, que se puede leer aquí, «los 1,98 billones de dólares gastados en ejércitos en 2020 no nos proporcionaron una verdadera seguridad, sino que esos hinchados presupuestos para armas y guerra nos dejaron sumidos en un ciclo de violencia. Es hora de que nos unamos y pidamos a los gobiernos de todo el mundo que recorten el gasto militar y que, en su lugar, inviertan en seguridad común y humana. Es momento de darle un presupuesto a la paz».
Estamos viendo en la actualidad, con la invasión militar de Ucrania, que tanto dirigentes políticos como medios de comunicación «siguen impulsando soluciones centradas en la proyección de poder militar y en la disuasión» y parecen defender el aumento de los ya abultados presupuestos militares. Pero está claro que el militarismo no nos ha traído más seguridad. Como se señala en el llamamiento, «el gasto militar colectivo de los miembros de la OTAN, que es 18 veces superior al de Rusia, no impidió que el presidente Putin invadiera Ucrania. Aun así, sus Estados miembros se han han reafirmado en su compromiso de dedicar un 2% de su PIB al gasto militar en respuesta a la guerra de agresión de Rusia. A estas alturas debería ser obvio que unos países intentando superar el gasto de otros en armas de todos los tamaños no constituye una estrategia de defensa y seguridad adecuada. No ha funcionado en el pasado y nunca lo hará».
Por otro lado, señalamos las organizaciones adheridas, «la apuesta global por la militarización también destruye la confianza y socava los esfuerzos de cooperación entre países». Los gobiernos deben invertir en la cooperación y el multilateralismo, «poniendo más opciones sobre la mesa para que la amenaza de la guerra y la aniquilación». Sufrimos muchas amenazas, como la crisis climática o la creciente desigualdad social, ante las que apenas se destinan fondos para afrontarlas si lo comparamos con el gasto militar, de modo que «la acción colectiva necesaria para hacer frente a las emergencias globales de nuestro tiempo queda en un segundo plano».
El gasto militar no garantiza nuestra seguridad «e impide la colaboración global que es esencial para el bienestar humano». Por eso, las organizaciones adhreridas reclamamos «a la sociedad civil y a los medios de comunicación que presionen en favor de grandes reducciones de los gastos militares, en lugar de los aumentos anunciados en muchos países».
«Exigimos que los gobiernos reduzcan sus gastos militares y destinen en cambio fondos a la seguridad común y humana, invirtiendo en las verdaderas necesidades de la gente y del planeta para construir una paz justa y sostenible.
Si queremos darle una oportunidad a la paz, tenemos que darle un presupuesto».
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